/Mi casero me llamó/ mientras yo cruzaba el jardín,/ brindándose a acompañarme/ a través de los pantanos./ Hizo bien,/ ya que la colina/ estaba convertida/ en un mar de nieve/ que ocultaba/ todas las desigualdades/ del terreno./ La impresión que yo guardaba/ de la topografía del terreno/ no respondía en nada/ a lo que ahora veíamos,/ porque los hoyos/ estaban llenos de nieve,/ y los montones de piedras/ que bordeaban el camino,/ habían desaparecido./ Yo había distinguido/ el día anterior/ una sucesión de mojones/ erguidos a lo largo del camino/ y blanqueados con cal,/ para que sirviesen/ de referencia/ en la oscuridad/ y también cuando las nevadas/ podían hacer confundir/ la tierra segura del camino/ con las charcas/ de sus orillas./ Pero ahora ni siquiera/ se percibían aquellas señales./ Mi acompañante/ tuvo que advertirme/ varias veces/ para impedir/ que yo me saliera/ del sendero./ Hablamos muy poco./ A la entrada del parque/ de la granja,/ Heathcliff se detuvo,/ me dijo que suponía/ que ya no me extraviaría,/ y con una simple/ indicación de la cabeza/ nos despedimos./ En la portería/ no había nadie,/ y recorrer las dos millas/ que distaban hasta la granja/ me costó dos horas,/ dadas las muchas veces/ que equivoqué el camino,/ extraviándome en la arboleda/ y en varias ocasiones/ hundiéndome en la nieve/ casi hasta la nuca./ El reloj daba las doce/ cuando llegué a mi casa./ Había caminado a razón/ de un kilómetro y medio/ por hora/ desde que salí de Cumbres Borrascosas./ Mi ama de llaves/ acudió a recibirme,/ y me aseguró/ que me daba por muerto/ y que pensaba en ir a buscar/ mi cadáver entre la nieve./ Le aconsejé que se calmara,/ puesto que al fin/ había regresado./ Subí dificultosamente/ las escaleras/ y entré en mi habitación./ Estaba entumecido/ hasta los huesos./ Me cambié de ropas/ y paseé por la estancia/ treinta o cuarenta minutos/ para entrar en calor/ y luego me instalé/ en el despacho,/ tal vez demasiado lejos/ del alegre fuego/ y el humeante café/ que el ama de llaves/ había preparado/ para hacerme reaccionar./ Después de aburrirme mortalmente/ durante toda la tarde,/ y simulando interés/ por conocer detalles/ relativos a mi alojamiento,/ pedí a la señora Dean,/ cuando me trajo la cena,/ que se sentase un momento/ con el firme propósito/ de tirarle de la lengua/ y mantener una conversación/ que o me levantase/ un poco el ánimo/ o me fastidiase/ definitivamente./ Usted vive aquí/ hace mucho tiempo,/ empecé a decir./ Me dijo/ que dieciséis años, ¿no?,/ Dieciocho señor./ Vine al servicio/ de la señora/ cuando se casó./ Al faltar la señora,/ el señor me conservó/ como ama de llaves./ Ya… Hubo una pausa./ Pensé que no era amiga/ de chismorrear/ o que acaso lo sería/ sólo para sus propios asuntos./ Y estos no me  interesaban./ Pero, al cabo un rato, exclamó,/ poniendo las manos/ sobre las rodillas:/ Los tiempos han cambiado/ mucho desde entonces./ Sí, comenté./ Habrá asistido usted/ a muchas modificaciones…/ Y a muchos disgustos también./ Haré que la conversación/ recaiga sobre la familia/ de mi casero, pensé./ ¡Debe de ser un tema/ bastante entretenido!/ Me gustaría saber la historia/ de aquella bonita viuda,/ averiguar si es del país o no./ Y con esta intención/ pregunté a la señora Dean/ si conocía los motivos/ por los cuales Heathcliff/ alquilaba la Granja/ de los Tordos,/ reservándose una residencia/ mucho peor./ ¿Acaso no es bastante rico?/ le pregunté./ ¡Bastante rico!/ Nadie sabe/ cuánto dinero posee,/ y además lo aumenta/ de año en año./ Es lo suficientemente rico/ para vivir en una casa/ aún mejor que la que usted habita,/ pero es… muy agarrado…/ En cuanto ha oído hablar/ de un buen inquilino/ para la granja/ no ha querido desaprovechar/ la ocasión./ No comprendo/ que sea tan codicioso/ cuando está solo en el mundo./ ¿No tuvo un hijo?/ Sí; pero murió./ Y la señora Heathcliff,/ aquella tan guapa,/ ¿es su viuda?/ Así es, respondió el ama./ ¿De dónde es?/ Pero, ¡señor, si es la hija/ de mi difunto amo…!/ De soltera se llamaba/ Catalina Linton./ Yo la crié./ Me hubiera gustado/ que el señor Heathcliff/ viniera a vivir aquí/ para estar juntas otra vez./ ¿Catalina Linton?,/ exclamé, asombrado./ Pensé que no podía ser/ la Catalina Linton/ de la habitación/ en que dormí./ ¿Así que el antiguo habitante/ de esta casa/ se llamaba Linton?/ Sí, señor./ ¿Y quién es aquel/ Hareton Earnshaw/ que vive con Heathcliff?/ ¿Son parientes?/ No, señor./ Es el sobrino/ de la difunta señora Linton./ Primo de la joven,/ El marido de ella/ era también primo suyo./ Uno, por parte de madre,/ otro, por parte de padre./ Heathcliff se casó/ con la hermana del señor Linton./ En la puerta principal/ de Cumbres Borrascosas/ he visto una inscripción/ que dice: Earnshaw./ Así que supongo/ que se trata/ de una familia antigua…/ Muy antigua, señor./ ¿Ha estado usted/ en Cumbres Borrascosas?/ Disculpe mi curiosidad,/ pero quisiera saber/ cómo ha encontrado/ a la señora./ ¿La señora Heathcliff?/ Me pareció muy bonita,/ pero creo que no es muy feliz./ ¡Oh Dios mío,/ no es de extrañar!/ ¿Y qué opina usted del amo?/ Me parece un tipo/ bastante áspero,/ señora Dean./ ¿Es siempre así?/ Es áspero/ como el corte de una sierra/ y tan duro como el pedernal;/ cuanto menos le trate, mejor./ Debe de haber tenido/ una vida muy accidentada/ para haberse vuelto/ de ese modo…/ ¿Sabe usted su historia?/ La sé toda,/ excepto quiénes/ fueron sus padres/ y dónde ganó su primer dinero./ A Hareton/ le han dejado sin nada…/ El pobre chico/ es el único de la parroquia/ que ignora la estafa/ que le han hecho./