/Los dos permanecimos/ silenciosos/ unos instantes/ y cuando miró/ hacia la ventana,/ pude ver/ los primeros rayos/ del amanecer/ que se acercaba./ Una extraña calma/ parecía/ envolverlo todo,/ pero al escuchar/ más atentamente,/ pude oír/ el aullido/ de muchos lobos./ Los ojos del conde/ destellaron/ y dijo:/ Escúchelos./ Son los hijos/ de la noche./¡Oiga/ que música/ entonan!/ Supongo que vió/ alguna extraña/ expresión/ en mi rostro/ y se apresuró/ a decir:/¡Ah, señor!/ Ustedes/ los habitantes/ de la ciudad/ no pueden entender/ los sentimientos/ de un cazador./ Luego se incorporó/ y dijo:/ Pero la verdad/ es que usted/ debe estar cansado./ Su alcoba/ está preparada/ y mañana/ podrá dormir/ tanto como desee./ Estaré ausente/ hasta el atardecer,/ así que/ ¡duerma bien/ y dulces sueños!/ Con una cortés/ inclinación,/ él mismo/ me abrió la puerta/ que comunicaba/ con mi habitación/ y entró/ en mi dormitorio./ Estoy desconcertado./ Dudo, temo,/ pienso cosas/ muy extrañas./¡Que Dios/ me proteja,/ aunque sólo sea/ por amor/ a mis seres/ queridos!/ Es otra vez/ temprano/ por la mañana,/ pero he descansado/ muy bien/ las últimas/ veinticuatro horas./ Me quedé dormido/ hasta muy tarde,/ era casi mediodía./ Me vestí/ y entré al cuarto/ donde/ habíamos cenado/ la noche anterior/ y encontré/ un desayuno frío/ que estaba servido./ El café caliente/ estaba/ en una cafetera/ sobre la mesa./ Junto a ella/ había una tarjeta/ en la que/ había escrito/ lo siguiente:/ «Tengo/ que ausentarme/ un tiempo./ No me espere./ Drácula.»/ Me senté/ y disfruté/ de un buen/ desayuno./ Cuando terminé,/ busqué/ una campanilla/ para avisar/ a los sirvientes/ que ya había/ terminado,/ pero no pude/ encontrar ninguna./ En la casa/ había cosas raras,/ especialmente/ si se consideraban/ las extraordinarias/ muestras/ de riqueza/ que me rodeaban./ La cubertería/ de la mesa/ era de oro/ y debía de tener/ un valor inmenso./ Las cortinas/ y los forros/ de las sillas/ y los sofás,/ y los cobertores/ de mi cama/ eran costosas/ y bellas telas/ y parecían tener/ varios cientos/ de años,/ aunque se encontraban/ todavía/ en buen estado./ Pero todavía/ en ningún cuarto/ había podido/ encontrar/ un espejo./ Ni siquiera/ hay un espejo/ de mano/ para poder/ afeitarme/ o peinarme/ y me vi obligado/ a sacar/ mi pequeño espejo/ de mi maleta./ Tampoco/ había visto/ a ningún sirviente/ por ningún lado,/ ni escuchado/ ningún otro ruido/ cerca del castillo,/ excepto el aullido/ de los lobos./