/De pronto,/ escuchamos/ el cántico/ de un gallo,/ llegando/ con estridencia/ a través/ de la clara mañana./ El conde Drácula/ saltó sobre sus pies/ y dijo:/¡Ya llegó otra vez/ la mañana!/ Estoy abusando/ de usted,/ obligándole/ a que se quede/ despierto/ tanto tiempo./ Debe usted hacer/ su conversación/ acerca de mi querido/ nuevo país/ Inglaterra/ menos interesante,/ para que yo/ no olvide/ cómo vuela el tiempo/ entre nosotros./ Y dicho esto,/ haciendo/ una reverencia/ muy cortés,/ se alejó/ rápidamente./ Yo entré/ en mi cuarto/ y abrí las cortinas,/ pero había poco/ que observar;/ mi ventana/ daba al patio central,/ y todo/ lo que pude ver/ fue el caluroso gris/ del cielo despejado./ Así es que volví/ a cerrar las ventanas./ Cuando comencé/ a escribir/ este libro/ temí que me estuviese/ explayando/ demasiado;/ pero ahora/ me alegra/ haber entrado/ en detalles/ desde un principio,/ pues hay algo/ tan extraño acerca/ de este lugar/ y de todas las cosas/ que suceden,/ que no puedo/ sino sentirme/ inquieto./ Desearía estar/ lejos de aquí/ o no haber venido jamás./ Puede ser/ que esta extraña/ manera/ de trasnochar/ todas las noches/ me esté afectando./ Si hubiese alguien/ con quien/ pudiera hablar/ creo que lo soportaría,/ pero no hay nadie./ Sólo tengo al conde/ para hablar,/ ¡y él…!/ Temo ser/ la única/ alma viviente/ del lugar./ Dormí sólo/ unas cuantas horas/ al ir a la cama,/ y sintiendo/ que no podía/ dormir más,/ me levanté./ Colgué mi espejo/ de afeitar/ en la ventana/ y apenas/ estaba comenzando/ a afeitarme,/ de pronto,/ sentí una mano/ sobre mi hombro/ y escuché/ la voz del conde/ diciéndome:/ Buenos días./ Me sobresaltó,/ pues me sorprendió/ que no/ lo hubiera visto,/ ya que la imagen/ del espejo/ cubría la totalidad/ del cuarto/ detrás de mí./ Debido/ al sobresalto/ me corté ligeramente,/ pero en ese momento/ no lo noté./ Contesté al saludo/ del conde,/ me volví/ al espejo/ para ver cómo/ me había equivocado./ Esta vez/ no podía haber/ ningún error/ pues el conde/ estaba cerca de mí/ y yo podía verlo/ junto a mi hombro/ ¡pero no había/ ninguna imagen de él/ en el espejo!/ Todo el cuarto/ detrás de mí/ estaba reflejado/ pero no había en él/ señal/ de ningún hombre,/ a excepción/ de mí mismo./ Esto era/ sorprendente/ y sumado/ a la gran cantidad/ de cosas raras/ que ya habían/ sucedido,/ comencé a sentir/ una gran inquietud/ que siempre tengo/ cuando el conde/ está cerca./ En ese instante/ vi que mi herida/ había sangrado/ ligeramente/ y que un hilo/ de sangre bajaba/ por mi mentón./ Deposité la navaja/ de afeitar,/ y al hacerlo/ me di media vuelta/ buscando una gasa/ para limpiarme./ Cuando el conde/ vio mi cara,/ sus ojos relumbraron/ con una especie/ de furia demoníaca/ y repentinamente/ se lanzó/ sobre mi garganta./ Yo retrocedí/ y su mano/ tocó la cadena/ del rosario/ que sostenía/ mi colgante/ de crucifijo./ Hubo un cambio/ instantáneo en él,/ pues la furia/ se le pasó/ tan
rápidamente/ que apenas/ podía yo creer/ que jamás/ la hubiera sentido./