/Tenga cuidado,/ me dijo el conde,/ tenga cuidado/ de no cortarse./ Es mucho/ más peligroso/ de lo que usted/ pueda pensar/en este país,/ añadió el conde,/ y tomando el espejo/ que yo tenía/ para afeitarme,/ me dijo:/ Y esta maldita cosa/ es la que ha provocado/ este follón./ Es una burbuja/ podrida/ de la vanidad/ del hombre./ ¡Lejos con ella!/ Al decir esto/ abrió con firmeza/ la pesada ventana/ del baño/ y con un tirón/ de su horrible mano/ lanzó por ella/ con una increible/ fuerza,/ mi espejo/ que se hizo añicos/ contra las piedras/ del patio interior/ situado/ en el fondo./ Después de lanzarlo/ por la ventana,/ el conde se retiró/ sin pronunciar/ una palabra más./ Todo esto resultó/ muy enojoso/ para mí/ porque ahora/ no veo cómo voy/ a poder afeitarme,/ a menos que use /la caja de mi reloj/ o el fondo/ de mi vasija/ de afeitar,/ que afortunadamente/ es de metal./ Cuando entré al comedor,/ el desayuno/ ya estaba preparado;/ pero no pude/ encontrar al conde/ por ningún lugar./ Así es que/ en esta ocasión,/ desayuné solo./ Me resultaba extraño/ que hasta ese momento/ no hubiera/ podido ver/ al conde/ comer o beber/ en ningún momento./ ¡Debe ser un hombre/ muy peculiar!/ Después del desayuno/ hice una pequeña/ exploración/ por el castillo./ Encontré unas escaleras/ y subí por ellas/ hasta encontrar/ un cuarto/ que miraba/ hacia el sur./ Me dirigí/ hasta la ventana./ La vista/ resultaba magnífica,/ y desde donde/ yo me encontraba/ tenía/ toda la oportunidad/ para apreciarla./ El castillo/ se encontraba/ al mismo borde/ de un terrible/ precipicio/ sobre las rocas./ ¡Una piedra cayendo/ desde la ventana/ podía descender/ mil pies/ sin tocar nada!/ Tan lejos/ como el ojo/ podía alcanzar/ a divisar,/ solo se veía un mar/ de verdes copas/ de árboles./ Aquí y allí/ se podían ver los ríos/ que atravesaban/ por profundos/ desfiladeros/ a través del bosque./ Pero no estoy/ con ánimo/ para describir/ tanta belleza,/ pues cuando terminé/ de contemplar/ la vista,/ exploré un poco más;/ por todos lados/ puertas y puertas,/ todas cerradas/ y con llave./ No había ningún lugar,/ a excepción/ de las ventanas/ en las paredes/ del castillo,/ por el cual/ se pudiera salir de allí./¡El castillo/ era en verdad/ una prisión/ y yo, de verdad,/ era un prisionero!/