/Por ese motivo,/ el hombre que siente el deseo/ de una vida variada,/ satisface una suma/ anual o trimestral/ a la Agencia de Aventuras,/ y ésta por su parte/ se encarga de rodearle/ de acontecimientos fantásticos/ y sorprendentes./ Cuando el hombre en cuestión/ sale de su casa,/ se le acerca un individuo/ que le asegura/ que existe un complot/ contra su vida,/ o el hombre toma un coche/ y se ve conducido/ a un fumadero de opio,/ o recibe un telegrama misterioso/ o una visita dramática,/ e inmediatamente/ se encuentra envuelto/ en una vorágine de acontecimientos./ Para empezar,/ uno de los distinguidos novelistas/ que en estos momentos/ trabaja atareadísimo/ en la habitación de al lado,/ escribe una historia/ interesante y emocionante./ La de usted, comandante Brown,/ que se debe a la pluma/ de nuestro colaborador,/ el señor Grigsby,/ resulta en mi opinión/ muy interesante/ y de una perfección notable./ Casi es una lástima/ que no vea usted el final./ No creo que tenga ya/ que extenderme mucho para explicar/ el monstruoso error./ Su predecesor en la casa/ que usted ocupa ahora,/ el señor Gurney-Brown,/ estaba suscrito a nuestra agencia,/ y nuestros negligentes empleados,/ ignorando su graduación militar,/ se imaginaron, sin duda,/ que el comandante Brown/ y el señor Gurney-Brown/ eran la misma persona./ Debido a este motivo/ se ha visto usted sumergido/ en una tragedia ajena./ ¿Cómo demonios puede funcionar/ una agencia tan extraordinaria?/ preguntó Rupert Grant/ con los ojos chispeantes/ y fascinados./ Nosotros estamos convencidos/ de realizar una noble empresa,/ respondió Northover con ardor./ Constantemente nos ha obsesionado/ la idea de que no hay/ en la vida moderna/ nada más lamentable/ que el hecho de que el hombre moderno/ tiene que satisfacer/ todas las exigencias artísticas/ de una manera sedentaria./ Si desea volar al país de las hadas/ se sentará a leer un libro,/ y lo mismo hará si quiere sumirse/ en el fragor de las batallas,/ o elevarse a los cielos,/ o salvar toda clase de obstáculos./ Nosotros le proporcionamos/ todas esas visiones,/ pero al mismo tiempo/ le obligamos a vivirlas,/ colocándole en la necesidad/ de saltar tapias,/ de pelearse/ con individuos extraños,/ de huir por largas calles/ de turbios perseguidores…,/ todos ellos ejercicios divertidos/ y también muy saludables./ Así le hacemos/ saborear un destello/ del mundo grandioso de Robin Hood/ y los caballeros andantes,/ en el que tenían lugar/ sublimes hazañas/ bajo un espléndido cielo./ Así también le hacemos volver/ a los días de su infancia,/ esa divina edad/ en que podemos vivir/ con la imaginación,/ ser nuestros propios héroes,/ y al mismo tiempo bailar y soñar./ Basil le contemplaba/ con curiosidad./ El descubrimiento psicológico/ más singular/ había quedado reservado para el final,/ pues al pronunciar/ sus últimas palabras,/ el hombrecillo de negocios/ tenía la mirada fulgurante/ de un fanático./ El comandante Brown/ acogió la explicación/ con gran sencillez y muy buen humor./ Bien argumentado, caballero,/ por supuesto, dijo./ No cabe duda/ que la idea es excelente;/ pero no creo…/ se detuvo un momento/ y miró por la ventana/ con aire soñador./ No creo que a mí me convenza./ La verdad es que cuando uno/ ha visto la cosa/ con sus propios ojos, ¿comprende…?,/ la sangre, los hombres muriendo,/ lo que uno quiere/ es tener una casita/ y una pequeña chifladura./ Northover le hizo una reverencia./ Tras una breve pausa, agregó:/ Señores, les ofrezco mi tarjeta./ Si alguno desea recurrir/ a mis servicios en cualquier momento,/ a pesar del criterio/ del comandante/ sobre el asunto…/ Le agradecería mucho/ que me diera su tarjeta, caballero,/ dijo el comandante con voz brusca,/ aunque cortés./ Pagaré la silla./ El director/ de la Agencia de Aventuras/ le tendió la tarjeta riéndose./ Decía así:/ P. G. NORTHOVER./ LICENCIADO EN LETRAS/ C.N.R. AGENCIA DE AVENTURAS./ ¿Qué diablos quiere decir C.N.R.?/ preguntó Rupert Grant,/ mirando por encima del hombro/ del comandante./ ¿No lo sabe usted?/ contestó Northover./ ¿No han oído hablar/ del Club de los Negocios Raros?/ Parece ser que hay/ multitud de cosas divertidas/ de las que nunca/ hemos oído hablar/, dijo el comandante/ con aire pensativo./ ¿Qué es eso?/ El Club de los Negocios Raros/ es una sociedad integrada/ exclusivamente por personas/ que han inventado/ alguna nueva y curiosa manera/ de hacer dinero./ Yo soy uno de los miembros/ más antiguos del grupo./ Merece usted serlo, dijo Basil/ cogiendo su enorme sombrero/ y hablando por última vez/ aquella larga noche./