/No podré saldré de esta carcel/ sino una vez muerto,/ como lo hará el abate Faria,/ ahora que ha muerto./ Al pronunciar estas palabras/ se quedó como petrificado,/ como a quien se le ocurre/ una idea aterradora./ De pronto se incorporó,/ se llevó la mano a la frente/ como si le diera un vértigo,/ dio dos o tres vueltas/ por la habitación,/ y fue a detenerse/ delante de la cama./ Pues como sólo los muertos/ logran salir de aquí,/ ocupemos el lugar de los muertos./ Y sin vacilar un momento siquiera,/ por no poder cambiar/ aquella decisión desesperada,/ se inclinó sobre el nauseabundo saco,/ lo abrió con el cuchillo/ que Faría había hecho,/ sacó el cadáver de éste,/ lo llevó a su propio calabozo,/ lo acostó en su cama,/ poniéndole en la cabeza/ el pañuelo de hilo/ que él acostumbraba/ llevar puesto,/ lo cubrió con su manta,/ besó por última vez/ aquella frente helada,/ pugnó por cerrar/ aquellos ojos rebeldes/ que seguían abiertos/ y horribles en su inmovilidad,/ le puso el rostro/ vuelto a la pared,/ para que el carcelero/ al traerle la cena/ creyese que estaba acostado/ como solía estar habitualmente,/ volvió al subterráneo,/ sacó de su escondite/ la aguja y el hilo,/ se quitó sus harapos/ para que se sintiera/ por el tacto la carne desnuda,/ se metió en el saco,/ se colocó en la misma postura/ que el cadáver tenía,/ y sujetó por dentro la costura./ Si por desgracia/ hubiesen entrado/ en este momento,/ hubieran podido oír/ los latidos de su corazón./ Le había sido posible esperar/ que pasase la visita de la noche,/ pero temía que el gobernador/ cambiase de idea,/ mandando sacar el cadáver./ Con esto perdería/ su última esperanza./ Ahora lo que tenía que temer/ era ya muy poco./ He aquí su plan:/ Si por el camino/ los enterradores/ se enteraban/ que trasladaban a un vivo/ en lugar de un muerto,/ no les daría tiempo para nada,/ con una cuchillada vigorosa/ abriría el saco/ de arriba abajo,/ y se aprovecharía de su terror/ para escaparse./ Si querían apoderarse de él,/ llevaba un cuchillo./ Si lo conducían/ hasta el cementerio/ y le metían en una fosa,/ se dejaría cubrir de tierra,/ y apenas los enterradores/ volviesen la espalda,/ se abriría paso con sus manos/ a través de la tierra removida,/ y como era de noche,/ lograría escapar./ Pensaba que el peso/ no sería tan grande/ que no lo pudiera resistir./ Si se equivocaba,/ y por el contrario,/ la tierra le pesaba mucho/ y le ahogaba,/ ¡tanto mejor para él!,/ todo concluiría entonces./ No había comido nada/ desde la víspera,/ pero ni aquella mañana/ había pensado en el hambre,/ ni ahora pensaba tampoco./ Su situación era demasiado desesperada/ para que pudiera ocuparse/ de otra cosa./