/Si dice la verdad,/ podrá quedarse con nosotros,/ contestó el patrón del barco/ con un cierto aire de duda,/ pero en el estado/ en que se encuentra/ el pobre diablo,/ se promete mucho, y luego…/ Cumpliré mucho más/ de lo que he prometido,/ repuso Dantés./ ¡Oh, oh!, murmuró el patrón/ mientras se reía./ Ya veremos./ Cuando queráis lo veréis,/ repuso Dantés levantándose./ ¿Adónde os dirigís?/ A Liorna./ En ese caso,/ en vez de contraventar,/ perdiendo un tiempo precioso,/ ¿por qué no cargáis velas/ simplemente?/ Porque iríamos derechos/ a la isla de Rion./ Sencillamente pasaréis/ a veinte brazas de ella./ Tomad, pues, el timón,/ replicó el patrón,/ y así podremos juzgar/ todo vuestro conocimiento./ El joven fue al timón,/ y asegurándose/ con una ligera maniobra/ de que el barco obedecía bien,/ aunque no fuese/ de primera calidad,/ gritó a la tripulación:/ ¡A las vergas y a las bolinas!/ Los cuatro marineros/ que componían la tripulación/ corrieron a sus puestos./ El patrón, de pie,/ los observaba a todos./ ¡Amarrad ahora! ¡Está bien!/ Ejecutada esta orden/ como las demás que dio,/ el barco empezó a dirigirse/ hacia la isla de Rion,/ cerca de la cual pasó,/ como Dantés había dicho,/ dejándola a unas veinte brazas/ a estribor./ ¡Bravo!, gritó el patrón./ ¡Bravo!, repitieron los marineros./ Y todos contemplaban/ con admiración/ a aquel hombre,/ cuya mirada/ había recobrado inteligencia/ y cuyo cuerpo había recobrado/ una fuerza insospechada./ Ya veis, dijo Dantés/ apartándose del timón,/ que podré serviros de algo,/ a lo menos durante la travesía./ Si no os convengo,/ me podéis dejar en Liorna,/ que con el primer dinero/ que consiga ganar/ pagaré la comida/ que me deis hasta allá,/ y también las ropas/ que vais a prestarme./ Está bien, está bien,/ sí sois razonable/ nos arreglaremos./ Un hombre vale/ lo mismo que otro hombre,/ contestó Dantés./ Dadme el sueldo/ que deis a mis camaradas,/ y negocio concluido./ Eso no es justo,/ porque vos sabéis/ mucho más que nosotros,/ dijo el marinero/ que le había  salvado./ ¿Quién te da vela/ en este entierro, Jacobo?,/ repuso el patrón./ Cada uno puede ajustarse/ a lo que más le convenga./ Exacto, repuso Jacobo,/ pero esto no es más/ que una observación./ Mejor harías prestando/ a este bravo camarada,/ que está casi desnudo,/ un pantalón y una chaqueta,/ si los tienes de repuesto./ No los tengo, contestó Jacobo,/ pero sí una camisa/ y un pantalón./ Es cuanto me hace falta,/ contestó Dantés./ Gracias, amigo mío./ Jacobo bajó por la escotilla,/ y al poco rato volvió a subir/ con las prendas ofrecidas,/ que Dantés se puso/ con alegría extraordinaria./ ¿Necesitáis ahora algo más?/ le preguntó el patrón./ Un pedazo de pan,/ y otro trago de ese ron/ tan excelente que ya probé,/ porque hace mucho tiempo/ que no he tomado nada./ Trajeron a Dantés/ el pedazo de pan,/ y Jacobo le presentó/ la cantimplora de ron./ ¡El mástil a babor!,/ gritó el capitán,/ volviéndose hacia el timonero./ Al llevarse la cantimplora/ a la boca,/ los ojos de Dantés/ se volvieron hacia aquel lado,/ pero la cantimplora/ se quedó a mitad del camino./ ¡Toma!, le gritó el patrón,/ ¿qué es lo que pasa/ en el castillo de If?/ En efecto,/ hacia el castillo,/ coronando las almenas,/ acababa de aparecer/ una nubecilla blanca,/ nube que ya había/ llamado la atención/ de Edmundo./ Un momento después,/ el eco de una explosión lejana/ retumbó en el puente del navío./ Los marineros/ levantaron la cabeza/ mirándose unos a otros./ ¿Qué quiere decir eso?,/ preguntó el patrón./ Se habrá escapado algún preso/ durante esta noche/ y estarán disparando/ el cañonazo de alarma,/ repuso Dantés./ El patrón le miró de reojo/ pero cuando dijo esto/ se llevó la cantimplora/ a la boca,/ y le vio saborear el ron/ con tanta calma,/ que si tuvo alguna sospecha,/ se desvaneció al momento./ ¡He aquí un buen ron!,/ exclamó Dantés limpiandose/ con la manga de la camisa/ su frente bañada en sudor./ Después de todo…,/ si es él, tanto mejor,/ murmuró el patrón mirándole./ He hecho una gran adquisición./ Con el pretexto/ de que estaba fatigado,/ Dantés pidió sentarse/ en el timón./ El timonel consultó/ con una mirada al patrón,/ que le hizo con la cabeza/ una señal afirmativa./ Así sentado,/ Dantés pudo observar/ con gran atención/ las cercanías de Marsella./ ¿A qúe día estamos?,/ le preguntó a Jacobo,/ que vino a sentarse a su lado/ cuando ya se perdía de vista/ el castillo de If./ A 28 de febrero, respondió éste./ ¿De qué año?,/ volvió a preguntar el joven./ ¡Cómo! ¿de qué año?/ ¿Me preguntáis de qué año?/ Sí, repuso el joven,/ os lo pregunto./ Pero ¿habéis olvidado/ el año en que vivimos?/ ¿Qué queréis?,/ repuso Dantés sonriendo,/ esta noche he pasado tanto miedo,/ que por poco me vuelvo loco/ y lo que es la memoria/ se me ha quedado turbada./ Pregunto, pues,/ que de qué año es hoy/ el 28 de febrero./ Del año de 1829,/ contestó Jacobo./ Hacía catorce años,/ que Dantés había sido apresado./ Entró en el castillo de If/ con diecinueve años,/ y salía con treinta y tres./ Una dolorosa sonrisa/ asomó a sus labios./