/Mi distinguido señor,/dijo míster Otis,/ permítame que le ruegue/ que engrase/ esas cadenas./ Le he traído/ para ello/ el engrasador/ Tammany Sol Naciente./ Dicen que es muy eficaz,/ y que basta/ una sola aplicación./ En la etiqueta/ hay varios certificados/ que dan fe de ello./ Voy a dejársela aquí,/ al lado de las velas,/ y será un verdadero placer/ proporcionarle más/ si así lo desea./ Dicho lo cual,/ el ministro/ de los Estados Unidos/ dejó la aceitera/ sobre una mesa/ de mármol,/ cerró la puerta/ y se volvió/ a meter en la cama./ El fantasma de Canterville/ permaneció/ algunos minutos/ inmóvil/ de indignación./ Después tiró,/ lleno de rabia,/ la aceitera/ contra el suelo/ encerado/ y huyó por el corredor,/ lanzando gruñidos/ cavernosos/ y despidiendo/ una extraña/ luz verde./ Cuando llegaba/ a la gran escalera/ de roble,/ se abrió de repente/ una puerta./ Aparecieron/ dos siluetas infantiles,/ vestidas de blanco/ y una enorme almohada/ le rozó la cabeza./ Como no había tiempo/ que perder,/ utilizó/ como medio de fuga/ la cuarta dimensión/ del espacio/ y se desvaneció/ a través de la pared/ y la casa,/ de nuevo,/ recobró/ su tranquilidad./ Llegó a un cuarto secreto/ del ala izquierda/ del castillo,/ se detuvo/ para tomar aliento/ y se puso/ a reflexionar/ para darse cuenta/ de su situación./ Jamás/ en toda/ su brillante carrera,/ que duraba ya/ trescientos años,/ le habían insultado/ de esa manera./ Se acordó/ de la duquesa viuda,/ a quien provocó/ una crisis de terror,/ cuando estaba/ mirándose en el espejo,/ cubierta de brillantes;/ de las cuatro doncellas/ a quienes/ había enloquecido,/ produciéndoles/ convulsiones/ histéricas/ sólo con hacerles gestos/ entre las cortinas/ de una de las habitaciones/de invitados;/ del rector/ de la parroquia,/ cuya vela apagó/ de un soplo/ cuando regresaba/ de madrugada/ de la biblioteca/ y que desde entonces/ tuvo que estar/ en tratamiento/ de toda clase/ de alteraciones nerviosas;/ de la vieja señora/ de Tremouillac,/ que al despertarse/ por la mañana/ y descubrir un esqueleto/ sentado en un sillón,/ al lado de la lumbre,/ entretenido/ en leer su diario,/ tuvo que guardar cama/ durante seis meses./ Todas sus grandes hazañas/ le volvían/ a la memoria.