/El fantasma de Canterville/ pasó revista/ a sus creaciones/ más célebres./ Se dedicó una sonrisa/ al recordar/ su última aparición/ en el papel/ del niño estrangulado,/ también su presentación/ como el vampiro/ del páramo/ y el furor que causó/ una noche solitaria/ del mes de junio/ jugando a los bolos/ con sus propios huesos/ sobre el campo de tenis./¡Y después de todo/ para que/ unos miserables/ americanos/ le ofreciesen/ el engrasador/ marca Sol Naciente/ y le tirasen almohadas/ a la cabeza!/ Era realmente/ intolerable./ Además,/ la historia demuestra/ que jamás/ ningún fantasma/ fue tratado/ de manera semejante./ Llegó a la conclusión/ de que era preciso/ tomarse la revancha/ y permaneció/ hasta el amanecer/ en actitud/ de profunda meditación./ A la mañana siguiente/ cuando la familia Otis/ se reunió/ para el desayuno,/ la conversación/ sobre el fantasma/ fue extensa./ El ministro/ de los Estados Unidos/ estaba un poco ofendido/ al ver que su ofrecimiento/ no había sido aceptado./ No quisiera/ en modo alguno/ faltar al respeto/ al fantasma, dijo,/ y reconozco/ que dada/ la larga duración/ de su estancia/ en esta casa,/ no era muy correcto/ tirarle una almohada/ a la cabeza…/ Siento tener que decir/ que esta observación/ provocó una explosión/ de risa/ en los gemelos./ Pero por otro lado,/ prosiguió míster Otis,/ si se empeña,/ sin más ni más,/ en no hacer uso/ del engrasador/ marca Sol Naciente,/ nos veremos obligados/ a quitarle/ las cadenas./ No podremos dormir/ con todo ese ruido/ a la puerta/ de las habitaciones./ Sin embargo,/ durante el resto/ de la semana/ no fueron molestados./ Lo único/ que les llamó/ la atención/ fue la continua reaparición/ de la mancha de sangre/ sobre el piso/ de la biblioteca./ Era realmente/ muy extraño,/ ya que la señora Otis/ cerraba la puerta/ con llave/ por la noche/ y las ventanas/ permanecían/ con las rejas cerradas./ Los cambios de color/ que sufría la mancha/ eran comparables/ a los de un camaleón/ y produjeron/ frecuentes comentarios/ en la familia./ Una mañana/ era de un rojo oscuro,/ otras veces/ era bermellón,/ luego se convertía/ en un púrpura intenso/ y un día/ la encontraron/ de un hermoso verde/ esmeralda./ Como es natural,/ todos estos cambios/ divertían a la familia/ y hacían apuestas/ todas las noches/ con entera tranquilidad./ La única persona/ que no tomó parte/ en la broma/ fue la joven Virginia./ Por razones ignoradas,/ se sentía siempre/ impresionada/ ante la mancha de sangre/ y estuvo/ a punto de llorar/ la mañana que apareció/ de color verde/ esmeralda./