/No se encuentran/ todos los días/ mendigos como él./¿Cuánto cobra/ un modelo por posar?/ preguntó Hughie,/ mientras encontraba/ cómodo asiento/ en un diván./ Un chelín por hora./¿Y cuánto cobras tú/ por el cuadro, Alan?/ ¡Oh, por éste cobro/ unos dos mil!/ ¿Dos mil libras?/ No, guineas./ Los pintores,/ los poetas/ y los médicos/ siempre cobramos/ en guineas./ Bueno, yo creo/ que el modelo/ debiera llevarse/ un tanto por ciento,/ exclamó Hughie;/ trabaja tanto/ como vosotros./ ¡Tonterías, tonterías!;/ ¡aunque sólo sea/ la molestia/ de extender/ la pintura/ y el estar de pie/ todo el día/ delante del caballete!/ Para tí resulta/ muy fácil hablar/ pero te aseguro/ que hay momentos/ en que el arte/ casi alcanza/ la dignidad/ de trabajo manual./ Pero, no debes charlar,/ estoy muy ocupado./ Fúmate un cigarrillo/ y estáte callado./ Trevor abandonó /el estudio / y el mendigo aprovechó/ su ausencia/ para descansar./ ¡Pobre viejo!/ pensó Hughie,/ necesita el dinero/ mucho más que yo./ Parecía tan desdichado/ que Hughie/ se compadeció de él./ Palpó sus bolsillos/ buscando algo./ Todo lo que encontró/ fue una moneda/ de oro./ Cruzó el estudio,/ se dirigió a él/ y sin decir nada/ deslizó la moneda/ de oro/ en la mano/ del mendigo./ El viejo/ se sobresaltó/ y una débil sonrisa/ revoloteó/ en sus labios/ ya marchitos./ Gracias, señor,/ replicó,/ muchas gracias./ Entonces Trevor/ regresó al salón/ de pintura/ y Hughie se marchó./ Aquella noche/ entró en el Club/ hacia las once,/ y encontró a Trevor/ sentado solo/ en el salón/ de fumadores/ bebiendo vino/ con agua de soda./ Bien, Alan,/ ¿terminaste el cuadro?/ le preguntó/ mientras encendía/ su cigarrillo./ Está terminado/ y enmarcado,/ muchacho,/ contestó Trevor;/ y a propósito,/ tengo que decirte/ que has hecho/ una conquista./ El viejo modelo/ que viste/ te tiene verdadera/ devoción./ He tenido/ que contarle/ todo lo que sé/ acerca de tí:/ quién eres,/ dónde vives,/ de qué ingresos/ dispones,/ qué perspectivas/ de futuro tienes…/ Querido Alan,/ exclamó Hughie,/ probablemente/ le encontraré/ esperándome/ cuando vaya a casa./ Pero, naturalmente,/ estás bromeando./ ¡Pobre viejo/ desgraciado!/ Desearía/ poder ayudarle,/ creo que es terrible/ que haya alguien/ tan desdichado./ Tengo montones/ de ropa vieja/ en mi casa;/ ¿te parece/ que le interesaría/ algo de ella?/ ¡Como sus harapos/ se le estaban/ cayendo a pedazos!/ Pero tiene un aspecto/ espléndido/ con ellos,/ replicó Trevor./ No le pintaría/ con levita/ por nada del mundo./ Lo que tú llamas harapos,/ yo lo llamo/ atuendo romántico./ Alan, dijo Hughie/ gravemente,/ vosotros los pintores/ sois gente sin corazón./ Mi querido muchacho,/ dijo Trevor sonriendo,/ ese viejo mendigo,/ como tú le llamas,/ es uno de los hombres/ más ricos de Europa./ Podría comprar/ mañana mismo/ todo Londres/ sin dejar al descubierto/ sus cuentas corrientes./ Tiene una casa/ en todas las capitales;/ come en vajilla de oro,/ y cuando quiera/ puede impedir/ que Rusia/ entre en una guerra./ ¿Qué demonios/ quieres decir?/ exclamó Hughie./ Lo que digo,/ respondió Trevor./ El viejo que viste/ en el estudio/ era el barón Hausberg./ Es un gran amigo mío;/ siempre compra/ todos mis cuadros/ y hace un mes/ me encargó/ que le pintara/ de mendigo./ ¡El barón Hausberg!/ exclamó Hughie/ ¡Cielo Santo!/ ¡Y yo le di/ una limosna!/ Le dí una libra./ Y se desplomó/ en un sillón,/ pareciendo la imagen/ de la consternación./ ¿Qué le diste/ una libra?/ gritó Trevor,/ lanzando una carcajada./ Mi querido muchacho,/ nunca volverás a verla./ Creo que bien podrías/ habérmelo dicho/ dijo Hughie malhumorado,/ y no haberme dejado/ que hiciera/ el ridículo./ Bueno, para empezar,/ querido Hughie,/ nunca jamás/ se me hubiera ocurrido/ que pudieras ir/ repartiendo limosnas/ de ese modo/ tan atolondrado./ Además,/ cuando entraste/ yo no sabía/ si a Hausberg/ le gustaría /que dijera/ su nombre./ Ya sabes/ que no estaba/ vestido de etiqueta./ ¡Qué imbécil/ debe creer que soy!/ dijo Hughie./ Nada de eso./ Estaba/ del mejor humor/ cuando te fuiste;/ no hacía más/ que reirse entre dientes/ y frotarse/ las viejas/ manos rugosas./ Yo no podía/ explicarme/ por qué estaba/ tan interesado/ en saber todo/ lo referente a ti,/ pero ahora/ lo veo todo claro./ Invertirá tu libra/ por ti, Hughie,/ y te pagará/ los intereses/ cada seis meses/ y tendrá/ una historia estupenda/ para contar/ después de la cena./ Soy un pobre diablo/ sin suerte,/ refunfuñó Hughie./ Lo mejor/ que puedo hacer/ es irme a la cama/ y tú, querido Alan,/ no debes decírselo/ a nadie./