/Debéis saber/ que el propietario/ de esta mansión/ de los Baskerville/ era un Hugo/ del mismo apellido/ y se trataba/ del hombre/ más salvaje/ que pueda imaginarse./ Sucedió que este Hugo/ se enamoró,/ si a eso/ se le puede llamar/ enamorarse/ de la hija/ de un pequeño granjero/ que vivía cerca/ de las propiedades/ de los Baskerville./ Pero la joven,/ discreta/ y de buena educación,/´evitaba/ siempre a Hugo/ por el temor/ que le producía/ su mala fama./ Sucedió así/ que un día/ este antepasado/ nuestro,/ con cinco o seis/ de sus compañeros,/ tan vagos/ y desalmados/ como él,/ se acercaron/ a escondidas/ hasta la granja/ y secuestraron a la doncella,/ aprovechando/ que su padre/ y sus hermanos/ estaban ausentes./ Una vez/ en la mansión,/ encerraron/ a la doncella/ en un aposento/ del piso alto,/ mientras Hugo/ y sus amigos/ iniciaban/ una larga juerga,/ como todas las noches./ Lo más probable/ es que a la pobre chica/ se le trastornara/ el juicio/ al oír los cánticos,/ los gritos/ y los terribles/ juramentos/ que le llegaban/ desde abajo,/ porque dicen/ que las palabras/ que utilizaba/ Hugo Baskerville/ cuando estaba borracho/ bastarían para fulminar/ al hombre/ que las pronunciara./ Impulsada/ por el miedo,/ la muchacha/ hizo algo/ a lo que quizá/ no se hubiera atrevido/ el más valiente/ y ágil de los hombres,/ porque gracias/ a la enredadera/ que cubría/ el lado sur/ de la casa,/ descendió/ hasta el suelo/ desde el piso alto/ y emprendió el camino/ hacia su casa/ a través del páramo/ dispuesta a recorrer/ la distancia que separaba/ la mansión/ de la granja/ de su padre./ Cuando Hugo/ dejó a sus invitados/ para llevar alimento/ y bebida/ a su cautiva,/ se encontró / que el aposento/ estaba vacio./ El carcelero burlado/ parecía estar poseído/ por el demonio./ Bajó corriendo/ las escaleras/ para regresar al comedor,/ saltó sobre la mesa/ haciendo volar/ por los aires/ jarras y fuentes/ y dijo a grandes gritos/ que aquella misma noche/ entregaría cuerpo/ y alma/ a los poderes del mal/ si conseguía alcanzar/ a la muchacha./ Hugo salió corriendo/ de la casa/ y ordenó a gritos/ a sus criados/ que le ensillaran/ la yegua/ y soltaran/ la jauría;/ después dio/ a los perros/ un pañuelo/ de la doncella/ y los puso/ sobre su pista/ para que/ la persiguieran/ por el páramo/ a la luz de la luna./ Los demás juerguistas/ le siguieron/ de inmediato./ Unos pedían sus armas,/ otros pedían su caballo./ Al final,/ todos montaron a caballo/ y salieron tras Hugo./ La luna brillaba/ sobre sus cabezas/ y cabalgaron/ a gran velocidad,/ siguiendo el camino/ que la muchacha/ tenía que haber tomado/ para volver a su casa./ Habían recorrido/ alrededor de media legua/ cuando se cruzaron/ con uno de los pastores/ que guardaban/ el ganado/ del páramo/ durante la noche,/ y lo interrogaron/ a grandes voces./ Y aquel hombre,/ según cuenta/ la historia,/ aunque se hallaba/ tan dominado/ por el miedo/ que apenas/ podía hablar,/ contó por fin/ que había visto/ a la desgraciada doncella/ y a los sabuesos/ que seguían su pista./ Pero he visto/ más que eso,/ añadió,/ porque también/ me he cruzado/ con Hugo Baskerville/ a lomos/ de su yegua negra/ y tras él corría/ en silencio/ un sabueso infernal/ que nunca quiera Dios/ que llegue/ a seguirme los pasos./ De manera que/ los caballeros/ maldijeron/ al pastor/ y siguieron adelante./ Pero muy pronto/ se les heló la sangre/ en las venas,/ porque oyeron/ el ruido/ de unos cascos/ al galope/ y enseguida/ pasó ante ellos,/ arrastrando/ las riendas/ y sin jinete/ en la silla,/ la yegua negra de Hugo,/ cubierta/ de espuma blanca./ A partir/ de aquel momento/ los juerguistas,/ llenos de espanto,/ siguieron avanzando/ por el páramo./ Después de cabalgar/ más lentamente,/ llegaron finalmente/ a donde/ se encontraban/ los sabuesos./ Los pobres animales,/ famosos por su valentía /y pureza de raza,/ gemían/ con el pelo erizado/ y los ojos desorbitados,/ mirando fijamente/ el estrecho valle/ que tenían delante./ Los jinetes/ se detuvieron./ La mayor parte/ se negó/ a continuar,/ pero tres de ellos,/ los más audaces/ prosiguieron/ hasta llegar/ al final del valle./ La luna iluminaba/ el lugar/ y en el centro/ se encontraba/ la desgraciada doncella/ en el lugar/ donde había caído,/ muerta de terror/ y de fatiga./ Pero no fue/ la vista/ de su cuerpo,/ ni tampoco/ del cadáver/ de Hugo Baskerville/ que yacía cerca,/ lo que hizo/ que a aquellos/ juerguistas/ temerarios/ se les erizaran/ los cabellos,/ sino el hecho de que,/ encima de Hugo/ y desgarrándole el cuello,/ se hallaba/ una espantosa criatura:/ una enorme bestia negra/ con forma de sabueso/ pero más grande/ que ninguno/ de los sabuesos/ jamás contemplados/ por ojo humano./