/Aunque Gregorio/ no podía obtener directamente/ ninguna noticia,/ siempre estaba atento/ a lo que sucedía/ en las habitaciones contiguas,/ y en cuanto oía voces,/ corría hacia la puerta/ y se pegaba a ella./ Al principio/ todas las conversaciones/ se referían a él,/ aunque no claramente./ Durante dos días,/ en todas las comidas/ sólo se discutía/ sobre lo que habría que hacer/ en lo sucesivo./ También fuera de las comidas/ se hablaba de lo mismo;/ ninguno de los miembros/ de la familia/ quería quedarse solo/ en aquella casa/ y como tampoco/ querían dejarla abandonada,/ siempre se quedaban/ por lo menos dos personas./ Ya el primer día,/ la criada le había rogado a la madre/ que la despidiese enseguida,/ y al marcharse,/ un cuarto de hora después,/ dando las gracias efusivamente/ y sin que nadie se lo pidiese,/ juró solemnemente/ que no contaría nada a nadie./ La hermana tuvo que ayudar/ a cocinar a la madre,/ cosa que en realidad,/ no le daba mucho trabajo,/ pues casi no comían./ Gregorio los oía continuamente/ animarse en vano/ unos a otros a comer,/ siendo un gracias,/ ya he comido bastante,/ u otra frase por el estilo,/ la respuesta invariable/ a estos requerimientos./ Tampoco bebían casi nada./ Con frecuencia preguntaba/ la hermana al padre/ si quería cerveza,/ ofreciéndose a ir a buscarla./ Callaba el padre,/ y entonces ella añadía/ que también podían/ mandar a la portera./ Pero finalmente,/ el padre respondía/ con una negativa tajante/ y no se hablaba más del asunto./ Ya había transcurrido/ casi un mes/ desde la metamorfosis/ y un día su hermana/ entró algo más temprano/ que de costumbre/ y se lo encontró/ mirando inmóvil por la ventana./ Ella ya debería/ haberse acostumbrado/ a verle con su nueva forma,/ pero no sólo no entró,/ sino que retrocedió/ y cerró la puerta rápidamente:/ quien la hubiera visto/ reaccionar de esa forma/ hubiera creído que Gregorio/ se disponía a atacarla./ Gregorio se metió inmediatamente/ debajo del sofá./ Este incidente/ le hizo comprender/ que su presencia/ seguía resultándo insoportable/ para su hermana/ y que sólo gracias/ a un esfuerzo de voluntad/ evitaba echar a correr/ cuando veía/ la pequeña parte del cuerpo/ que sobresalía/ por debajo del sofá./ Con objeto de evitar/ que su hermana/ le viera por completo,/ llevó una sábana/ hasta el sofá,/ trabajó para el que precisó/ más de cuatro horas,/ y la puso de modo/ que le tapara por completo/ y que su hermana/ no pudiese verle/ por mucho que se agachase./ Si no le hubiera gustado/ esa medida,/ ella misma hubiera podido quitar/ la dichosa sábana,/ pues fácil era comprender/ que para Gregorio,/ el aislarse de esa forma/ no era nada agradable./ Pero su hermana/ dejó la sábana/ tal y como estaba,/ y Gregorio al levantar/ sigilosamente la cabeza/ para ver como era acogida/ la nueva disposición,/ creyó adivinar en la joven/ una mirada de gratitud./ Durante las dos primeras semanas,/ sus padres no se decidieron/ a entrar a verle./ A menudo los oyó alabar/ la actitud de la hermana,/ cuando hasta entonces/ solían considerarla/ poco menos que una inútil./ Los padres solían esperar/ ante la habitación de Gregorio/ mientras la hermana la arreglaba,/ y en cuanto ella salía/ le preguntaban/ cómo estaba el cuarto,/ qué había comido Gregorio,/ cuál había sido su actitud/ y si daba alguna señal/ de mejoría./ La madre quiso visitar/ a Gregorio enseguida,/ pero el padre y la hermana/ la habían hecho desistir/ con argumentos que Gregorio/ escuchó con la mayor atención/ y aprobó por entero./ Más adelante/ tuvieron que impedírselo/ por la fuerza/ y cuando exclamaba:/¡Dejadme entrar/ a ver a Gregorio!/¡Pobre hijo mío!/ ¿No comprendéis/ que necesito verle?,/ Gregorio pensaba/ que tal vez fuera mejor/ que su madre entrase,/ no todos lo días,/ pero sí por ejemplo,/ una vez a la semana:/ ella era mucho más comprensiva/ que la hermana,/ quien pese a su indudable valor,/ al fin y al cabo/ no era más que una niña./ No tardó en cumplirse/ el deseo de Gregorio/ de ver a su madre./ Descansar tranquilo/ le era ya difícil/ durante la noche./ La comida pronto/ dejó de causarle placer/ y para distraerse/ empezó a trepar zigzagueando/ por las paredes y el techo./ En el techo era el lugar/ donde más a gusto/ se encontraba:/ aquello era mucho mejor/ que estar echado en el suelo;/ respiraba mejor/ y se estremecía/ con una suave vibración./ Un día Gregorio,/ casi feliz y despreocupado,/ se desprendió del techo,/ con gran sorpresa suya,/ y se estrelló contra el suelo./ Pero su cuerpo/ se había vuelto más resistente/ y pese a la fuerza del golpe,/ no se lastimó./ Su hermana advirtió inmediatamente/ el nuevo entretenimiento/ de su hermano Gregorio,/ tal vez dejase al trepar/ un leve rastro de baba,/ y quiso hacer todo lo posible/ para facilitarle su actividad,/ quitando los muebles/ que le estorbaban,/ sobre todo el baúl y el escritorio./