/Soplaba un viento fresco/ y hacía algo de frío,/ pues ya estábamos/ a últimos de octubre,/ pero salté de la cama/ en una especie de éxtasis/ y le respondí/ que yo era tan valiente/ como lo era él/ y que estaba tan harto/ de estar en la cama/ como lo estaba él/ y que me hallaba/ tan dispuesto a divertirme/ o cometer cualquier locura/ como cualquier Augustus Barnard./ Nos vestimos/ sin pérdida de tiempo,/ salimos de la casa/ sin que nadie lo advirtiera/ y fuimos corriendo/ a donde estaba amarrada/ mi pequeña barca./ Estaba en el viejo muelle,/ dando continuos bandazos/ contra los toscos maderos./ Augustus saltó dentro/ y se puso a achicar,/ pues la pequeña barca/ estaba medio llena de agua./ Una vez hecho esto,/ izamos el foque/ y la vela mayor;/ las mantuvimos desplegadas/ y nos metimos resueltamente/ mar adentro./ Como he dicho antes,/ soplaba un viento fresco/ que provenía del sudoeste./ La noche estaba despejada/ y bastante fría./ Augustus se puso al timón/ y yo me situé/ junto al mástil,/ sobre la cubierta/ del camarote./ Surcábamos las aguas/ a gran velocidad,/ sin decirnos palabra/ desde que soltamos/ todas las amarras/ en el muelle./ Al final, le pregunté/ a mi compañero/ qué rumbo pensaba tomar/ y cuándo calculaba/ que estaríamos de vuelta./ Se puso a silbar/ durante unos instantes,/ y luego me dijo secamente:/ Yo voy al mar;/ tú puedes irte a casa,/ si te parece bien./ Al volver la vista hacia él,/ me di cuenta enseguida/ de que estaba muy agitado./ Le veía claramente/ a la luz de la luna:/ tenía el rostro más pálido/ que el mármol/ y le temblaban las manos/ de tal modo,/ que apenas podía/ sujetar la caña del timón./ Comprendí que algo/ no marchaba bien/ y me alarmé seriamente./ Por aquel entonces/ yo sabía muy poco/ del gobierno de una barca/ y por tanto dependía enteramente/ de la pericia náutica/ de mi amigo./ Además el viento/ había arreciado bruscamente/ y nos íbamos alejando/ rápidamente de tierra/ por sotavento;/ pero sentí vergüenza/ de mostrar miedo alguno,/ y durante casi media hora/ guardé un silencio absoluto./ Sin embargo,/ no pude contenerme más/ y le dije a Augustus/ que debíamos regresar./ Como la vez anterior,/ tardó casi un minuto/ en responderme/ o en dar muestras/ de haber oído/ mi indicación./ Sí, enseguida,/ dijo al fin./ Ya es hora…/ enseguida regresamos./ Esperaba esta respuesta;/ pero había algo/ en el tono de estas palabras/ que me infundió/ una indescriptible/ sensación de miedo./ Volví a mirar a mi amigo/ con extremada atención./ Tenía los labios/ completamente lívidos,/ y las rodillas/ se entrechocaban/ tan violentamente/ que apenas podía tenerse en pie./