/Por Dios, Augustus!/ no pude evitar exclamar,/ realmente asustado/ al ver el estado/ en que se encontraba./ ¿Qué te duele?/ ¿Qué te sucede?/ ¿Qué vas a hacer?…/ continué preguntándole./ ¿Qué me sucede?,/ balbuceó Augustus/ con la mayor sorpresa aparente/ y soltando al mismo tiempo/ la caña del timón,/ cayó al fondo de la barca./ ¿Qué me sucede? Nada/ ¿Por qué? me respondió./ Nos vamos a casa./ ¿No lo estás viendo?,/ le recriminé seriamente./ Comprendí entonces/ toda la verdad/ de lo que había ocurrido./ Corrí hacia él/ para intentar levantarlo./ Estaba borracho,/ horriblemente borracho…/ En esos momentos/ ya no podía tenerse en pie,/ ni podía hablar,/ ni siquiera podía ver./ Tenía los ojos/ completamente vidriosos;/ y cuando le solté,/ rodó otra vez/ como un tronco cortado/ hasta el agua del fondo,/ de la pequeña barca,/ de donde acababa/ de levantarlo./ Resultaba evidente/ que durante toda la noche/ había bebido mucho más/ de lo que yo sospeché,/ y que su conducta en la cama/ había sido el resultado/ de un estado de embriaguez/ muy acentuado/ que yo no en aquel momento/ no había sido capaz/ de percibirlo./ Se hallaba ahora/ completamente sin sentido,/ tumbado en el fondo/ de la barca/ y no había ninguna probabilidad/ de que lo recobrase en muchas horas./ Tal vez sea muy difícil/ que el lector se dé cuenta/ de lo extremado/ de mi terror./ Sabía que era incapaz/ de poder gobernar la barca/ por mí mismo/ y un viento recio/ y una fuerte bajamar/ nos precipitaban/ a la destrucción./ Resultaba evidente,/ se estaba levantando/ una fuerte tempestad/ a nuestras espaldas;/ no teníamos brújula/ ni tampoco provisiones,/ y estaba claro/ que si manteníamos/ ese mismo rumbo,/ perderíamos de vista/ la costa de la que salimos/ antes de romper el día./ Estos pensamientos,/ con otros muchos/ igualmente espantosos,/ pasaban por mi mente/ con desconcertante rapidez/ y durante unos momentos/ me tuvieron paralizado/ e incapaz de hacer nada./ La barca seguía navegando/ y cortaba las aguas/ con terrorífica velocidad,/ desplegada al viento./ Fue realmente sorprendente/ que no zozobrase,/ pues Augustus,/ como he dicho antes,/ había abandonado el timón/ y yo estaba/ en esa situación/ demasiado agitado/ para pensar en cogerlo./ Afortunadamente,/ la barca se mantuvo a flote/ y poco a poco fui recobrando/ mi presencia de ánimo./ El viento seguía arreciando/ de forma espantosa,/ y cada vez que nos alzábamos/ por un cabeceo de la barca,/ sentíamos romper las olas/ sobre nuestra bovedilla,/ inundándonos de agua;/ pero yo tenía los miembros/ tan entumecidos/ que no me daba cuenta de ello./ Al fin, aguijoneado/ por la resolución/ que da la desesperación,/ corrí al mástil/ y largué toda la vela mayor./