/Permanecí allí dentro/ durante tres días/ con sus respectivas noches,/ sin salir de mi escondite/ más que dos veces/ con el propósito/ de estirar mis piernas,/ manteniéndome de pie/ entre dos cajones/ que había exactamente/ frente a la abertura./ Durante aquel tiempo/ no supe nada de Augustus;/ pero esto me preocupaba poco,/ pues sabía que el bergantín/ estaba a punto de zarpar/ y en la agitación de esos momentos/ no resultaría fácil/ que encontrase una ocasión/ para bajar a verme./ Oí que la trampa/ se abría y se cerraba./ Permanecí en silencio/ y oí cómo Augustus/ me llamaba en voz baja/ preguntándome si seguía bien/ y si necesitaba algo./ Nada, contesté./ Estoy todo lo bien/ que se puede estar/ encerrado en un lugar/ tan pequeño como este./ ¿Cuándo zarpa el bergantín?/ Levaremos anclas/ antes de medía hora/, me respondió./ He venido a decírtelo,/ para que no te alarmase/ mi ausencia./ No tendré ocasión/ de bajar de nuevo/ hasta pasado algún tiempo,/ tal vez tres o cuatro días./ A bordo todo marcha bien./ Una vez que yo suba/ y cierre la trampa,/ sigue la cuerda hasta el clavo./ Allí encontrarás mi reloj;/ puede serte útil,/ pues no ves la luz del día./ Te apuesto/ a que no eres capaz de decirme/ cuánto tiempo llevas escondido:/ sólo tres días./ Y sin decir nada más,/ se retiró./ Al cabo de una hora/ percibí claramente/ que el bergantín/ se ponía en movimiento/ y me felicité a mí mismo/ por haber comenzado/ felizmente el viaje./ Contento con esta idea,/ resolví tranquilizarme/ en la medida de lo posible/ y esperar el curso/ de los acontecimientos/ hasta que pudiese salir/ de aquel escondite./ Dejando la bujía encendida,/ me puse a buscar/ entre los libros/ que había llevado/ y elegí uno que trataba/ de la expedición de Lewis y Clark/ a la desembocadura del Columbia./ Con esta lectura/ me distraje un buen rato/ y cuando sentí/ que ya me dominaba el sueño,/ apagué la luz/ y enseguida caí/ en un sueño profundo./ Al despertarme,/ sentí una extraña/ y confusa sensación en mi mente/ y transcurrió algún tiempo/ antes de poder recordar/ dónde me encontraba,/ pero poco a poco,/ fui recordando todo./ Encendí la luz/ para mirar la hora/ en el reloj;/ pero se había parado /y me quedé sin medio alguno/ de averiguar cuánto tiempo/ había estado durmiendo./ Tenía los miembros entumecidos/ y tuve que ponerme en pie/ entre los dos cajones/ para poder aliviarlos./ Sentí entonces un hambre/ casi devorador,/ y me acordé/ del fiambre de cordero,/ del que había comido/ antes de irme a dormir/ y que encontré excelente./¡Cuál no sería mi asombro/ al descubrir que se hallaba/ en completo estado de putrefacción!/