/Me dolía mucho la cabeza;/ me parecía/ que respiraba con dificultad/ y me sentía agobiado/ por una multitud de sentimientos./ Pero no me atrevía/ a abrir la trampa/ ni a hacer nada/ que llamase la atención/ y dando cuerda a mi reloj,/ me animé lo mejor que pude./ Durante las insoportables/ veinticuatro horas que siguieron,/ nadie vino a verme/ y no pude menos/ de acusar a Augustus/ de una grosera falta de atención./ Lo que me alarmaba sobre todo/ era que mi provisión de agua/ se había reducido a medio cuartillo/ y tenía muchísima sed,/ pues había comido/ muchas salchichas de Bologna/ después de la pérdida del cordero./ Era tal mi nerviosismo,/ que no me distraían los libros./ Mientras tanto,/ los movimientos del bergantín/ me indicaban claramente/ que ya estábamos en alta mar/ y un sordo mugido/ que llegaba a mis oídos/ como desde una gran distancia,/ me permitió comprender/ que estaba soplando un vendaval/ de gran intensidad./ No me explicaba/ la ausencia de Augustus./ Con seguridad/ que ya habíamos avanzado/ lo suficiente en nuestro viaje/ para poder subir a cubierta./ Debía de haberle sucedido/ algún accidente imprevisto;/ pero por más vueltas/ que le daba a mi cabeza,/ no daba con ninguna razón/ que explicara su indiferencia/ dejándome tanto tiempo prisionero,/ a no ser que hubiera muerto/ repentinamente/ o se hubiese caído por la borda/ y esta simple idea/ se me hacía insoportable./ Preocupado/ con estos pensamientos/ y a pesar de todos mis esfuerzos,/ caí en un profundo sueño/ o, más exactamente, sopor./ Mis sueños fueron terroríficos/ y me sentía abrumado/ por toda clase de calamidades/ y espeluznantes horrores./ Entre otros terrores,/ me veía asfixiado/ entre enormes almohadas/ que me arrojaban demonios/ del aspecto más feroz/ y siniestro./ Serpientes espantosas/ me enroscaban/ entre sus anillos/ y me miraban/ con sus relucientes/ y espantosos ojos./ Luego se extendían ante mí/ desiertos sin límites,/ de aspecto muy desolado./ Troncos de árboles/ inmensamente altos,/ secos y sin hojas,/ se elevaban/ en infinita sucesión/ hasta donde alcanzaba mi vista./ Y aquellos extraños árboles/ parecían dotados/ de vida humana/ y balanceaban/ de un lado para otro/ sus esqueléticos brazos./ La escena cambió,/ me encontré desnudo y solo,/ en los ardientes arenales/ del desierto del Sahara./ A mis pies/ se hallaba agazapado/ un fiero león;/ de repente,/ abrió sus ojos feroces/ y se lanzó sobre mí./ Dando un enorme brinco,/ se levantó sobre sus patas,/ dejando al descubierto/ sus horribles dientes./ Un instante después,/ salió de sus fauces/ un rugido semejante al trueno/ y caí violentamente al suelo./ Sofocado en el terror,/ al fin medio me desperté./ Mi pesadilla no había terminado./ Ahora, las pezuñas de un monstruo/ enorme y real/ se apoyaban pesadamente/ sobre mi pecho;/ sentía en mis oídos/ su cálido aliento/ y sus blancos/ y espantosos colmillos/ brillaban ante mí/ en la oscuridad./ No me podía mover./ Aquella bestia,/ cualquiera que fuese,/ se mantenía en su postura/ sin intentar ataque alguno/ mientras yo seguía/ completamente desamparado/ y según me imaginaba,/ moribundo bajo sus garras./ Sentía que me moría/ de puro miedo./ Mi cerebro se paralizó,/ me sentí mareado,/ se me nubló la vista./ Haciendo un último esfuerzo,/ recé y me resigné a morir./ El sonido de mi voz/ pareció despertar/ todo el furor del animal./ Se precipitó sobre mí:/ pero cuál no sería mi asombro/ cuando lanzó un sordo/ y prolongado gemido,/ y comenzó a lamerme/ la cara y las manos/ con la mayor/ y más extravagante demostración/ de alegría y cariño./ Aunque estaba aturdido/ y sumido en el asombro,/ reconocí el peculiar gemido/ de mi perro de Terranova, Tigre,/ y las caricias que solía prodigarme./ Verdaderamente era él./ Sentí que se me agolpaba/ la sangre en las sienes./ Me levanté rápidamente/ de la colchoneta/ en que había estado echado/ y me arrojé al cuello/ de mi fiel compañero y amigo,/ y me desahogué/ derramando un raudal/ de ardientes lágrimas./ Como en la anterior ocasión,/ mis ideas se hallaban/ en la mayor confusión/ al levantarme/ de la colchoneta./ Durante un buen rato/ me fue casi imposible/ coordinar mis pensamientos;/ pero gradualmente,/ fui recobrando/ mis facultades mentales/ y volvieron de nuevo/ a la memoria/ los diversos detalles/ de mi situación./