/En vano traté de explicarme/ la presencia de Tigre/ y después de hacerme mil conjeturas/ sobre cómo había llegado allí,/ me limité a alegrarme/ de que hubiese venido/ a compartir mi espantosa soledad/ y a reconfortarme/ con sus caricias./ Durante siete años/ había sido un compañero/ verdaderamente inseparable/ y en muchas ocasiones/ había dado prueba/ de todas las nobles cualidades/ que más apreciamos/ en los animales./ Había dormido/ durante un buen espacio/ de tiempo,/ sin poder determinar cuánto./ Me abrasaba la fiebre/ y ya no podía resistir la sed./ Busqué a tientas/ lo que me quedaba/ de mi provisión de agua,/ pues no tenía luz,/ ya que la bujía/ se había consumido/ por completo/ y no podía encontrar/ la caja de cerillas./ A tientas alcancé el cántaro,/ pero vi que estaba vacío./ Indudablemente,/ Tigre había saciado su sed/ y tembién había devorado/ el resto del cordero,/ cuyo hueso encontré muy mondado./ Podía comerme los salchichones/ medio podridos,/ pero desistí al pensar/ que no tenía agua para beber./ Me encontraba/ extremadamente débil/ y el menor movimiento o esfuerzo/ me estremecía de arriba abajo./ Para colmo de males,/ el bergantín cabeceaba/ y daba violentos bandazos/ lo que me hacía sufrir horriblemente/ a causa del mareo./ Por fin decidí dirigirme/ hacia la trampa de entrada/ a fin de pedir auxilio,/ antes de quedarme/ incapacitado por completo./  En este intento,/ mi gran debilidad/ se hizo más patente que nunca./ Con la mayor dificultad/ podía avanzar medio a gatas/ y con frecuencia se me doblaban/ las piernas bruscamente/ y caía de bruces/ Sin embargo,/ seguía esforzándome/ por avanzar poco a poco./ Con las pocas energías/ que me quedaban,/ conseguí avanzar,/ pero mi frente/ chocó violentamente/ contra el canto/ de una enorme caja/ reforzada de hierro./ Descubrí que los rápidos/ y violentos balanceos del barco/ habían arrojado la pesada caja/ en medio de mi senda,/ de modo que el paso/ hacia la trampilla/ había quedado obstruido./ A pesar de mis esfuerzos,/ no pude moverla ni una pulgada./ Traté por todos los medios/ que estaban a mi alcance/ de asirme al borde superior,/ con la esperanza/ de poder subirme a pulso./ Puse la mano/ en el borde de la caja/ y descubrí que una de las tablas/ estaba bastante floja./ Con la navaja,/ que por fortuna/ llevaba conmigo,/ logré, después de mucho trabajo,/ desclavarla por completo;/ y para mi consuelo descubrí/ que no tenía tablas/ en el lado opuesto./ Había abierto mi camino./ Ya no tropecé/ con ninguna dificultad./ Palpitándome el corazón,/ me puse en pie/ y oprimí con suavidad/ la tapa de la trampa/ donde estaba escondido./ Ésta no se levantó/ con la facilidad/ que yo esperaba/ y la empujé con más energía./ Con gran extrañeza por mi parte,/ comprobé que la puerta/ seguía sin abrirse/ y comencé a inquietarme,/ pues sabía que antes/ hacía falta poco/ o ningún esfuerzo para levantarla./ La empujé con fuerza/ pero siguió firme;/ empuje con todas mis fuerzas,/ y tampoco cedió;/ empujé con furia, con rabia,/ incluso con desesperación,/ pero no conseguí nada./ Era evidente que la trampa/ había sido descubierta/ y clavada,/ o que habían puesto encima/ algún peso enorme,/ por lo que era inútil/ tratar de levantarla./