/Me había ido/ de casa de mi padre./ Tomé el tren hacia Londres/ y durante el viaje/ pensé sobre el rumbo/ que debía tomar mi vida;/ si debía regresar a casa/ o por el contrario,/ dirigirme hacia el mar./ Abandoné/ la casa de mi padre/ con la absurda idea/ de hacer fortuna,/ haciendo oídos sordos/ a todos los sabios consejos,/ los ruegos y las órdenes/ de mi padre./ De este modo,/ me embarqué en un buque/ rumbo a la costa de África/ o, como dicen/ los marineros,/ emprendí un viaje/ a Guinea./ Para mi desgracia,/ en ninguna de estas aventuras/ me embarqué como marinero./ Es verdad/ que de ese modo,/ habría tenido que trabajar/ un poco más de lo ordinario,/ pero al mismo tiempo,/ habría aprendido los deberes/ y el oficio/ de contramaestre/ y con el tiempo/ me habría capacitado/ para poder ejercer/ de piloto y oficial,/ incluso de capitán./ Sin embargo,/ como mi destino era siempre/ elegir lo peor,/ lo mismo hice en este caso,/ pues bien vestido/ y con dinero en el bolsillo,/ subía siempre a bordo/ como un señor./ Nunca realicé/ ninguna tarea/ en el barco,/ ni aprendí a hacer nada./ Al poco tiempo/ de mi llegada a Londres,/ tuve la suerte/ de conocer/ al capitán de un barco/ que había estado/ en la costa de Guinea/ y como había tenido/ mucho éxito allí,/ estaba decidido a volver./ Este hombre,/ escuchó gustosamente/ toda mi conversación,/ y cuando me oyó decir/ que tenía la intención/ de recorrer el mundo,/ me propuso/ que fuera con él,/ ya que no me costaría/ ni un centavo;/ que sería/ su compañero de mesa/ y también de viaje./ Acepté su oferta/ y entablé/ una estrecha amistad/ con este capitán/ que era un hombre/ franco y honesto./ Emprendí el viaje con él/ y me gasté/ una pequeña cantidad/ de dinero/ para comprar mercancía/ que, gracias/ a la desinteresada/ honestidad/ de mi amigo el capitán,/ pude vender/ y aumentar mis ganancias/ de forma considerable./ Llevaba como cuarenta libras/ de bagatelas/ y fruslerías/ que el capitán/ me había indicado./ Reuní las cuarenta libras/ con la ayuda/ de algunos parientes,/ quienes seguramente,/ convencieron a mi padre,/ o al menos a mi madre,/ de que contribuyeran con algo/ para mi primer viaje./ Esta expedición fue,/ de todas mis aventuras,/ la única afortunada./ Esto se lo debo/ a la integridad/ y honestidad/ de mi amigo el capitán,/ de quien aprendí/ multitud de cosas:/ matemáticas/ y las reglas de navegación,/ aprendí a llevar/ una bitácora de viaje/ y a fijar la posición/ del barco./ En pocas palabras,/ me transmitió/ conocimientos imprescindibles/ para un marinero,/ que él disfrutaba/ enseñándome/ y yo, aprendiendo./ Así fue como/ en este viaje/ me hice marinero/ y también comerciante,/ ya que obtuve cinco libras/ y nueve onzas de oro/ a cambio de mis chucherías,/ que al llegar a Londres,/ me produjeron una ganancia/ de casi trescientas/ libras esterlinas./ Esto me llenó la cabeza/ de todos los pensamientos/ ambiciosos/ que desde entonces/ me llevaron a la ruina./