/En medio/ de esta angustia,/ nuestro capitán/ logró deslizar el bote/ por la borda/ con la ayuda/ de los demás hombres/ y cuando los once/ que íbamos en el barco/ conseguimos meternos/ dentro del bote,/ lo soltó/ y nos encomendó/ a la misericordia de Dios/ y de aquel/ tempestuoso mar./ Aunque la tormenta/ había disminuido,/ las olas/ eran gigantescas./ Nuestra situación/ se había vuelto/ desesperada/ y todos nos dábamos cuenta/ de que el bote/ no podría soportarlo/ y que inevitablemente,/ nos ahogaríamos./ Comenzamos a remar/ hacia tierra,/ aunque sabíamos/ que cuando el bote/ llegara a la orilla,/ se haría mil pedazos/ con el oleaje./ No sabíamos/ si en la orilla/ había roca o arena,/ ni si era escarpada/ o lisa./ Después de remar,/ o más bien,/ de haber ido/ a la deriva/ una ola descomunal/ como una montaña/ nos embistió por popa./ En pocas palabras,/ nos acometió/ con tanta furia,/ que volcó el bote/ de una vez,/ dejándonos a todos/ desperdigados por el agua/ y nos tragó,/ antes de que poder decir:/ ¡Dios mío!./ Nada puede describir/ la confusión mental/ que sentí/ mientras me hundía,/ pues aunque nadaba/
bastante bien,/ no podía librarme/ de las olas/ para tomar aire./ Una de ellas/ me arrastró/ hasta la orilla/ de la playa./ Allí rompió/ y cuando comenzó/ a retroceder,/ la marea me dejó/ medio muerto/ por el agua/ que había tragado/ en un pedazo de tierra/ casi seca./ Intenté ponerme en pie/ y tratar de llegar/ a la tierra/ antes de que/ viniera otra ola/ y me arrastrara/ nuevamente./ Pronto me di cuenta/ de que no podría evitar/ que esto sucediera,/ pues hacia mí venía/ una ola tan grande/ como una montaña/ y tan furiosa/ como un enemigo/ contra el que/ no tenía medios/ ni fuerzas para luchar./ Mi única meta/ era contener el aliento/ y si podía,/ tratar de mantenerme/ a flote/ para nadar,/ aguantando la respiración,/ hacia la playa./ La ola me hundió/ unos cuantos metros./ Sentía cómo me arrastraba/ con gran fuerza/ y velocidad/ hacia la orilla,/ pero aguanté la respiración/ y traté de nadar/ hacia delante/ con todas mis fuerzas./ Estaba a punto/ de reventar/ por falta de aire/ cuando sentí/ que me elevaba/ y con mucho alivio/ comprobé que tenía/ los brazos y la cabeza/ en la superficie del agua./ Aunque solo pude/ mantenerme así/ unos dos minutos,/ pude reponerme un poco/ y recobrar el aliento/ y el valor./ Nuevamente/ me cubrió el agua/ y pude aguantar/ hasta que la ola/ rompió en la orilla/ y comenzó a retroceder./ Entonces me puse a nadar/ en contra de la corriente./ Me quedé quieto/ unos momentos/ para recuperar/ el aliento,/ mientras la ola/ se retiraba/ y luego eché a correr/ hacia la orilla/ con las pocas fuerzas/ que me quedaban./ Pero esto no me libró/ de la furia del mar/ que volvió a caer/ sobre mí/ y dos veces más,/ las olas me levantaron/ y me arrastraron./ La última ola/ casi me mata,/ pues me estrelló/ contra una piedra/ con tanta fuerza/ que me dejó sin sentido./ Me golpeé en el costado/ y en el pecho/ y me quedé sin aliento./ Si en ese momento/ hubiese venido otra ola,/ sin duda/ me habría ahogado./ Pero pude recuperarme/ antes de que viniese/ la siguiente ola/ y cuando vi que el agua/ me iba a cubrir otra vez,/ me agarré/ con todas mis fuerzas/ a un pedazo de roca/ y contuve el aliento/ hasta que la ola pasó./ Eché otra carrera/ y conseguí acercarme/ tanto a la orilla/ que la que la ola/ que venía detrás,/ aunque me alcanzó,/ no llegó a arrastrarme./ En una última carrera/ llegué a tierra firme/ y me tumbé en la hierba/ fuera ya/ del alcance del agua./