/Era una espléndida/ mañana/ a finales/ de primavera./ Las pintorescas/ callejuelas/ de Kingston/ que bajan/ hasta los márgenes/ del río/ ofrecían/ un delicioso aspecto/ iluminadas/ por los tibios/ rayos del sol./ En las aguas/ del río/ se miraban/ las grandes/ barcazas/ que flotaban./ Harris, ataviado/ con una chaqueta/ naranja/ y amarilla,/ encorvado/ sobre los remos/ y a lo lejos/ los grises contornos/ del viejo palacio/ de los Tudor…/ Todo esto/ formaba/ un hermoso cuadro,/ lleno de luz,/ alegre y sereno,/ con tal vida/ y al mismo tiempo/ tan apacible,/ que a pesar/ de lo temprano/ que era,/ poco a poco/ fui sintiéndome/ prisionero/ de una dulce/ tranquilidad/ hasta que/ se me entornaron/ los ojos./ Soñaba/ con Kingston./ Recuerdo/ que existe/ una soberbia/ escalera/ de roble tallado/ en una casa/ de Kingston./ Se trataba/ de una tienda/ que en otro tiempo/ fue una mansión/ de algún alto/ personaje./ Un amigo mío/ que reside/ en esta ciudad,/ acudió a la tienda/ a comprarse/ un sombrero/ y en un momento/ de inconsciencia,/ metió la mano/ en el bolsillo,/ pagando el sombrero/ al contado./ El sombrerero/ que le conocía,/ se quedó estupefacto/ ante su inesperado/ proceder,/ mas rápidamente/ se sobrepuso/ a la enorme/ impresión/ que semejante/ comportamieto/ le causó/ y comprendiendo/ la necesidad/ de estimular/ esa buena costumbre/ de la conversación,/ preguntó/ a nuestro héroe,/ a fin de halagarle,/ si le gustaría/ contemplar unas cosillas/ en roble tallado./ Encantado,/ repuso/ cortésmente/ mi amigo./ El comerciante/ le hizo atravesar/ la trastienda;/ se encontraron/ ascendiendo/ los escalones/ de una magnífica/ escalera/ de roble tallado/ que sin la menor duda,/ podría adornar/ el palacio/ más suntuoso./ La balaustrada/ era una obra/ artística/ de indudable mérito/ y la pared/ se hallaba/ adornada,/ de arriba abajo,/ con roble tallado./ De la escalera/ pasaron/ a una salita,/ una habitación/ muy luminosa,/ decorada/ al estilo moderno/ y empapelada/ en un alegre tono/ que en honor/ a la verdad,/ ha de confesarse/ que deslumbraba/ un poco./ Sin embargo,/ en aquel lugar/ no existía nada/ digno de admiración,/ y mi amigo/ se preguntaba,/ extrañado,/ por el motivo/ que tendría/ el sombrerero/ para llevarle/ hasta allí,/ cuando/ inesperadamente,/ su amable acompañante/ se acercó/ hasta la pared/ y la golpeó/ suavemente/ oyéndose/ el ruido seco/ de la madera./ Es roble,/ le explicó./ Toda la habitación/ es puro roble/ y tallado igual/ que la escalera…/ ¡Santo Cielo!/ exclamó mi amigo/ ¿Qué está diciendo?/ ¿Ha cubierto/ el roble tallado/ con papel azul?/ Si, señor,/ fue la inesperada/ respuesta./ Y no crea,/ me costó/ bastante dinero/ hacerlo,/ pues tuve/ que colocar/ planchas/ de hojalata/ para igualar/ la superficie…/ Ahora el cuarto/ está mucho/ más alegre./ ¡Si lo llega/ a ver antes!/ Era oscuro/ y triste./ En el colegio/ teníamos/ un compañero/ que respondía/ al nombre de Stiwings./¡Qué muchacho/ más extraordinario!/ ¡Con decir/ que estoy/ convencido/ que gozaba/ estudiando!/ Aspiraba a ganar/ todos los premios/ imaginables;/ soñaba con crecer/ y convertirse/ en un hombre/ perfectamente/ capacitado/ para constituir/ el asombro/ de la humanidad./ Todas sus extrañas/ obsesiones/ demostraban/ a las claras/ el irregular estado/ de su cerebro./ Sin embargo,/ nunca conocí/ una criatura/ tan extraña/ y al mismo tiempo/ tan inofensiva;/ parecía un niño/ recién nacido./ Con regularidad/ matemática/ se ponía enfermo/ dos veces a la semana/ y naturalmente,/ no podía ir/ al colegio./ Jamás ha existido/ otro muchacho/ que tuviese/ esa facilidad/ para enfermar/ tan frecuentemente./ Durante el verano/ padecía/ de bronquitis/ y de fiebres/ para Navidad;/ al de seis semanas/ de sequía,/ el reumatismo/ se apoderaba/ de sus articulaciones/ y si salía/ a la calle/ bajo el débil sol/ de noviembre,/ llegaba a casa/ con un principio/ de insolación./ Jamás estuvo libre/ de catarros,/ a excepción/ de las nueve semanas/ que le duró/ la escarlatina;/ y sufría perpetuos/ sabañones./ Cada vez/ que enfermaba/ debía quedarse/ en la cama/ y le alimentaban/ con pechugas/ de gallina,/ crema y uva/ de invernadero;/ y se pasaba/ todos los días/ llorando/ desconsoladamente/ porque en casa/ no le permitían/ realizar/ sus ejercicios/ de latín/ y le escondían/ la gramática alemana./ Y nosotros,/ que hubiésemos/ sacrificado/ dos meses enteros/ de nuestro curso/ con tal de estar,/ por lo menos,/ un día enfermos;/ nosotros/ que no teníamos/ el menor deseo/ de que nuestros padres/ se sintiesen orgullosos/ de sus hijos,/ no cogíamos/ ni unas tristes anginas./ Y no es que huyésemos/ de las corrientes/ de aire,/ ni tuviésemos cuidado/ con los cambios/ de temperatura;/ al contrario,/ nuestra principal/ obsesión/ consistía/ en colocarnos/ en las cercanías/ de una ventana/ cuando soplaba/ el frío viento/ de enero/ o salir al jardín/ con la mínima/ cantidad de ropa/ tolerada/ por las reglas/ de buena educación,/ pero ésto/ sólo contribuía/ a refrescarnos/ la sangre,/ manteniéndonos/ en excelente/ estado de salud./ Hasta que llegaban/ las vacaciones,/ nada de nada,/ absolutamente nada,/ podía con nosotros;/ pero el mismo día/ en que nos daban/ las vacaciones,/ nos resfriábamos,/ teníamos tosferina/ y toda clase/ de enfermedades./ Para cuando/ empezábamos/ otra vez el curso/ recuperábamos/ toda la salud/ y nos encontrábamos/ más fuertes/ y sanos/ que nunca./ Mientras/ contaba la historia,/ Harris/ de repente,/ abandonó los remos,/ se puso de pie/ bruscamente/ y se echó al suelo/ levantando/ las piernas/ en el aire./ Montmorency ladró/ con todas/ las fuerzas/ de sus pulmones,/ que resultan/ considerables,/ pegó un salto/ y el cesto,/ colocado encima/ del equipaje,/ cayó al suelo,/ volcándose todo/ cuanto había dentro./ Como es de suponer,/ experimenté/ una enorme sorpresa,/ que gracias/ a mi serenidad/ no se convirtió/ en enfado,/ y le pregunté/ alegremente:/ ¿Qué te ocurre,/ muchacho?/ ¿Te encuentras/ algo mal?/ ¿Qué si me ocurre/ alguna cosa?/ Voto a…/ No, jamás, nunca,/ mientras quede/ una pizca/ de sensatez/ en mi cerebro,/ repetiré/ las palabras/ de Harris./ No dudo que pueda/ haber sido culpable/ pero no hay nada/ que excuse/ la violencia/ de lenguaje/ y grosería/ de léxico,/ sobre todo/ tratándose/ de una persona/ educada./ Lo que pasó/ es que iba preocupado/ por otras cosas/ y olvidé/ que llevaba el timón,/ y esto dio/ como resultado/ una “íntima”/ compenetración/ con la orilla/ del río./ Nos costó bastante,/ al principio,/ distinguir/ lo que éramos nosotros/ y lo que era/ el ribazo del río,/ pero no transcurrió/ mucho rato/ sin que cada cual/ recuperase/ su primitiva/ posición./ Sin embargo,/ Harris insistió/ en que había remado/ ya bastante/ y me propuso/ relevarlo;/ como estábamos/ bastante cerca/ del ribazo,/ salté a tierra,/ tomé la cuerda/ y remolqué la barca/ hasta Hampton Court./ Harris me preguntó/ si había estado/ en el laberinto/ de Hampton Court./ Entraremos sólo/ para que puedas decir/ que lo has visitado,/ dijo Harris/ Créeme,/ no hay nada/ más fácil/ en el mundo./ Llamarlo/ laberinto/ es una incongruencia./ Apenas das/ la primera vuelta/ sólo hay/ que pensar/ en ir siempre/ a la derecha…/ Tú mismo/ lo comprobarás…/ Daremos un paseo/ de diez minutos/ y luego…/ ¡a almorzar!/ A los pocos minutos/ de haber entrado,/ encontramos/ a varias personas/ que nos dijeron:/ Empezamos/ a estar hartos/ de tanto laberinto./ Llevamos ya/ más de tres/ cuartos de hora/ aquí dentro…/ Harris,/ muchacho tan amable/ como bien educado/ se ofreció/ gentilmente:/ Si quieren ustedes/ venir con nosotros./ No haremos/ más que entrar/ y volver a salir./ Los paseantes/ admirados/ por la amable/ seguridad/ que latía/ en las palabras/ de Harris,/ respondieron/ muy agradecidos:/ Es usted/ muy amable…/ Muchas gracias…/ A medida/ que iban adentrándose/ en el recinto,/ se encontraban/ con más visitantes/ deseosos de salir,/ hasta que/ finalmente,/ el grupo absorbió/ a todos/ los que entraron/ deseosos/ de admirar/ las bellezas/ del laberinto./ Personas/ que habían/ abandonado ya/ toda esperanza/ de regresar/ a sus hogares/ y volver a ver/ a sus familiares,/ recobraron/ nuevos ánimos,/ uniéndose/ a la procesión/ y colmándole/ de bendiciones./ Aunque Harris/ avanzaba siempre/ hacia la derecha,/ el camino/ se hacía/ muy largo./ ¡Que laberinto/ más grande!/ exclamó Harris./ Sí…, es uno/ de los más grandes/ de Europa./ A la fuerza/ tiene que serlo./ Llevamos andando/ más de dos millas…/ A Harris comenzó/ a extrañarle/ todo cuanto ocurría./ No obstante/ continuó guiándoles,/ hasta que vió/ en el suelo/ un trozo de pastel,/ que juró/ haberlo visto/ en el mismo sitio/ diez minutos antes./ ¡Imposible…!/ murmuró Harris/ indignado./ Harris propuso,/ como mejor solución/ volver a la entrada/ y empezar de nuevo./ La primera parte/ del programa/ mereció la aprobación/ de todos,/ pero la segunda/ fue acogida/ con bastante tibieza./ Reemprendimos/ otra vez la marcha,/ en fila india/ y capitaneados/ por Harris,/ dirigiéndose/ en sentido opuesto/ al anterior./ Pasaron diez minutos,/ pasaron quince/ y cuando/ las agujas/ del reloj/ indicaban/ veinte minutos/ de recorrido/ nos encontramos/ en el mismo lugar/ que antes…/ Fueron inútiles/ los esfuerzos/ del “guía”/ para hacerles/ comprender/ que eso era/ lo que se había/ propuesto/ y ante la actitud/ levantisca/ de sus seguidores,/ tuvo que reconocer/ su error./ Se consultó/ de nuevo el mapa/ y decidimos/ ponernos en marcha/ por tercera vez,/ pero no habían pasado/ tres minutos/ cuando volvieron/ a encontrarse/ en el centro/ del laberinto./ El grupo de visitantes/ fue indignándose/ cada vez más y más,/ empezando/ a llamar a voces/ al guarda/ que apareció subido/ a una escalera,/ por el exterior/ del recinto/ dándoles/ instrucciones./ Desgraciadamente/ los cerebros/ estaban tan excitados/ que no entendieron/ ni una palabra./ Nos recomendó/ no movernos/ de donde estábamos,/ pero la gente iba/ de un lado/ para otro,/ esperando/ que viniese./ El guarda entró/ en el laberinto/ y se encontró/ con la imprevista/ sorpresa/ de que la gente/ se había/ dispersado/ en todas direcciones./ Empezó a recorrer/ el recinto/ de punta a punta/ y terminó/ por perderse/ él también./ Le veían/ desaparecer/ entre los setos/ y los macizos,/ luego volvía/ a aparecer/ en el mismo sitio,/ exclamando/ furioso:/ ¿Qué hacen ustedes/ yendo de un lado/ a otro?/ Y para poder salir/ tuvimos que esperar/ que acabase/ de almorzar/ uno de los guardas/ más antiguos/ que ya conocía/ el laberinto./ En opinión/ de Harris,/ ese laberinto/ es sumamente/ atractivo,/ y ambos decidimos/ convencer a Jorge/ para que/ lo visitara./