/El efecto resultó/ extraordinario./ Una indescriptible ola/ de estremecimiento/ recorrió la multitud./ Dos gritos resonaron,/ el segundo de ellos/ cuando todavía/ no se había apagado/ el primero:/ ¡Acercad la antorcha!/ ¡Lo prohibo!/ El primer grito/ había salido/ de labios de Merlín;/ el segundo grito,/ de labios del rey./ Merlín trató/ de avanzar/ hacia mí./ Temí que quisiera/ encender/ él mismo/ la hoguera/ y entonces/ exclamé:/ Permanece/ donde estás./¡Si un solo hombre,/ incluyendo/ al propio rey,/ se mueve antes/ de que yo/ lo ordene,/ lo partiré/ con un trueno,/ lo extinguiré/ con un rayo!/ La multitud/ se dejó caer/ mansamente/ en sus asientos./ Merlín titubeó/ unos instantes/ y durante/ ese breve/ lapso de tiempo/ me sentí/ tan nervioso/ como nunca antes/ en mi vida./ Merlin se sentó/ de nuevo/ y entonces/ respiré profundamente,/ comprendiendo/ que en ese momento/ ya controlaba/ totalmente/ la situación./ El rey habló:/ Tened clemencia,/ gentil señor,/ y no sigáis adelante/ en este arriesgado asunto,/ no vaya a ser/ que se produzca/ una catástrofe./ Se nos había informado/ que vuestros poderes/ no alcanzarían/ su plenitud/ hasta el día/ de mañana,/ pero…/ ¿Su majestad piensa/ que la información/ puede haber sido/ una mentira?…/ Era una mentira./ El efecto/ de esas palabras/ fue enorme./ Por todas partes/ se levantaron manos/ en gesto de súplica/ y el rey/ fue asaltado/ por una tormenta/ de ruegos/ de que me comprara/ a cualquier precio,/ deteniendo así/ la catástrofe./ El rey estaba ansioso/ por complacer/ las peticiones/ y tras un instante,/ se levantó y dijo:/ Decid las condiciones/ que os parezcan bien,/ reverendo señor,/ incluso la de compartir/ de mi reino/ si así lo deseáis,/ pero eliminad/ esta catástrofe,/¡salvad al sol!/ Mi suerte/ estaba asegurada./ Hubiese aceptado/ su oferta enseguida,/ pero no podía detener/ un eclipse de sol;/ eso ya excedía/ de mis posibilidades,/ de modo que solicité/ que me diera/ algo más de tiempo/ para considerarlo./ El rey preguntó:/ ¿Cuánto tiempo,/ pero cuánto tiempo,/ buen señor?/ Tened piedad/ de todos nosotros./ Tenedlo en cuenta,/ cada vez se hace/ más y más oscuro./ ¿Cuánto tiempo desea/ vuestra merced?/ No demasiado./ Media hora./ Tal vez una hora./ Se levantaron/ miles de protestas./ No podía acallarlas,/ pues no lograba/ poder recordar/ cuánto tiempo dura/ un eclipse total./ De todos modos,/ me encontraba/ bastante perplejo/ y quería reflexionar./ Había algo/ en el eclipse/ que no acababa/ de entender/ y que me desconcertaba./ Si no era éste/ el eclipse/ del que yo/ tenía noticia,/ entonces/ ¿cómo podía saber/ si me hallaba/ en el siglo VI/ o si no era/ más que un sueño?/ Vaya, vaya,/ comprobar / que se trataba/ de un sueño/ significaría/ una nueva/ y grata esperanza./ Si la fecha/ que me había dicho/ el muchacho/ era correcta/ y en efecto,/ estábamos a veinte,/ entonces no estaba/ en el siglo VI./ En este estado/ de gran exaltación/ me acerqué al monje/ y tirando/ de una de sus mangas,/ le pregunté/ a qué día estábamos./ ¡Diantre!/ Me dijo/ que estábamos/ a veintiuno./¡Me quedé helado/ al escuchar/ esas palabras!/ Le pedí/ que tuviese cuidado/ en no cometer un error,/ pero me dijo/ que estaba seguro/ de que era/ el día veintiuno./